Osteopatía y problemas digestivos (I): terapia preventiva

La Osteopatía puede ser una herramienta de gran ayuda, e incluso ser la terapia más efectiva, para mejorar y eliminar algunas de las afecciones del sistema digestivo. Se trata de una disciplina que trabaja teniendo en cuenta la globalidad del paciente (no sólo la zona sintomática), buscando el origen del problema que, con los años, ha llevado al paciente a tener ciertos problemas digestivos. Así pues, se trata de un remedio eficaz en la mayoría de los problemas digestivos. En algunos casos puede mejorar y disminuir los síntomas del paciente (por ejemplo en caso de reflujo gastroesofágico) y, en otros, evitar o disminuir la medicación, muy utilizada por muchos pacientes.

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Entre los problemas digestivos se engloban todos los relacionados con el sistema gastrointestinal, desde la entrada del alimento en la boca, faringe y esófago, pasando por el estómago, duodeno, intestino delgado (órganos de la asimilación ayudados por el hígado y el páncreas, que elaboran enzimas para la degradación de los alimentos) hasta el colon o el intestino grueso (absorción de agua y eliminación), finalizando en el recto con la producción de heces.

Es un sistema que comprende una enorme variedad de disfunciones digestivas, pero en nuestra consulta los problemas más comunes son la disfagia (sensación dificultad para deglutir) y la esofagitis (para el esófago), la hernia de hiato con reflujo gastroesofágico (sensación de quemazón después de comer) y gastritis para el estómago, úlcera péptica (esófago, estómago y duodeno), estreñimiento o diarrea (intestinos) y algunos cuadros mas complejos como la enfermedad de Crohn o síndrome del intestino irritable.

Estos trastornos pueden manifestarse a cualquier edad, desde los problemas de reflujo gastroesofágico y cólicos del lactante en los primeros meses de vida de los bebés hasta problemas mas crónicos en la edad adulta y la tercera edad. Solemos tratar a muchos pacientes por alteraciones digestivas entre los 25 y los 65 años, un periodo quizás vinculado a la vida laboral activa, el estrés y el ritmo vertiginoso de vida que afecta al sistema nervioso autónomo (involuntario), que es el que dirige todas las acciones del sistema gastrointestinal.

La osteopatía puede ser una terapia de elección en la prevención de muchos problemas digestivos. Antes de llegar a presentar una patología digestiva como una úlcera de estómago o una enfermedad de Crohn, el paciente puede sentir algunos síntomas digestivos, como hinchazón y dolor abdominal después de las comidas, que son las primeras señales de una posible disfunción. Algunos órganos o vísceras no están en las mejores condiciones y, sin llegar a tener una verdadera patología, empiezan a funcionar de manera incorrecta. Si eso persiste en el tiempo, acabarán en una patología.

En este último caso, la osteopatía puede ayudar, pero bajo la supervisión de un médico y como tratamiento complementario al tratamiento médico convencional.

Diagnóstico y procedimiento

Después de realizar una historia clínica completa para llegar a un diagnóstico, el osteópata busca en primer lugar cualquier problema estructural que pueda estar afectando al buen funcionamiento del sistema digestivo (ya sea por vía neurológica o vascular). Si toda la estructura que envuelve a los diferentes órganos y vísceras se mantiene íntegra y con una buena movilidad, afectará de manera indirecta al buen funcionamiento de cada órgano digestivo, facilitando las funciones fisiológicas que tiene que desempeñar.

Cada órgano tiene una inervación doble para activar o inhibir los procesos fisiológicos de la digestión. El osteópata busca un correcto equilibrio en el funcionamiento del sistema nervioso autónomo actuando entre otras cosas sobre el cráneo y las cervicales altas (para tener un efecto sobre el Nervio Vago; inervación parasimpática) y sobre la columna dorsal y lumbar desde T3 (tercera vértebra dorsal) hasta L2 (segunda vértebra lumbar) para la inervación simpática. Por ejemplo, una disfunción de pérdida de movilidad de los segmentos vertebrales de T6 a T9 puede afectar a la correcta inervación y función del hígado.

Más específicamente, la osteopatía se centra en restaurar una buena relación de presiones entre la cavidad torácica y abdominal, donde se encuentran la mayoría de los órganos digestivos (con la excepción del esófago). Para esto, es imprescindible que el paciente tenga una buena mecánica respiratoria y asegurarse que el diafragma torácico (principal músculo de la respiración) y el suelo pélvico estén en óptimas condiciones. A través del diafragma, en cada ciclo respiratorio, los órganos y vísceras abdominales van a realizar pequeños movimientos que les ayudaran a mantener un buen aporte sanguíneo y drenaje venoso y facilitar de esta manera un correcto funcionamiento. Para cada órgano digestivo, el osteópata puede testar cada ligamento, meso o epiplón que mantienen cada órgano en su posición ideal en la cavidad peritoneal, buscando zonas de hipomovilidad que puedan estar afectando a ese órgano.

El osteópata siempre efectúa un protocolo de tests de seguridad y diagnóstico de exclusión antes de realizar cualquier técnica en el abdomen.

En un próximo artículo, trataremos más a fondo cada una de las disfunciones viscerales que mejor responden al tratamiento osteopático, y ofreceremos algunos consejos para evitar que aparezcan.

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